La culpabilidad es una emoción que todo el mundo sentimos en algún momento de nuestras vidas, pero hay personas que tienden a sentir este sentimiento con más facilidad de otras.

Cuando una persona siente culpabilidad, se debe a dos factores:

a) Uno que hace referencia al estilo de pensamientos que tienen estas personas, un estilo rígido y polarizado. Ya que se ha observado que aquellas personas que se siente culpables con más facilidad son personas que aprecian el mundo en blanco y negro: las cosas o son buenas o son malas, o están bien o están mal. No saben apreciar la infinidad de tonalidades y matices intermedios que existen entre estos dos colores.

b) Y otro hace referencia a la ruptura que la culpabilidad representa en nuestro sistema de valores. En otras palabras, experimentamos sentimientos de culpa cuando hacemos algo que se aleja de los valores que hemos asumido como justos y positivos. Sentimos culpa cuando nuestro comportamiento no cumple con nuestros cánones y, por eso, nos recriminamos.

También quiero puntualizar, que la culpa se manifiesta de diversas formas:

– Hay personas que se sienten culpables de todo lo ocurrido, incluso si no es su responsabilidad.

– Hay quienes culpabilizan a los demás de todo lo ocurrido para liberarse de la cuota de responsabilidad individual.

– Y por último hay personas que ponen la responsabilidad en las circunstancias pensando que nadie tiene la culpa de nada sino que son las situaciones del medio las que determinan los comportamientos y lo que nos sucede.

Evidentemente, cualquiera de estas expresiones de la culpa es igualmente negativa y dañina para las personas. En el primer caso que comentaba, la persona sufrirá en demasía viviendo más culpas de las que debería sentir y en las dos últimas las responsabilidades se difuminan y la personas será incapaz de tomar las riendas de su vida.

Pero el problema de verdad, en el tema de la culpa, no radica en el sentimiento de culpa en sí, ya que es normal y adaptativo sentir culpa si hemos actuado mal. El problema de la culpa radica en no saber manejar estos sentimientos y no saber afrontarlos desde una perspectiva positiva.

Así que os explico, que tenemos que hacer para poder manejar nuestro sentimiento de culpabilidad y no quedarnos encadenados en él.

a) Eliminar el pensamiento polarizado y asumir una postura más flexible. Para esto el mejor ejercicio es pensar en los aspectos positivos y negativos que encierra cada situación en la que nos sentimos culpables.

b) Evaluar qué grado de responsabilidad tenemos nosotros sobre la situación, que grado de responsabilidad tienen los otros. Ver qué cantidad de responsabilidad nos corresponde pero no más allá.

c) Planificar el futuro. Aún si asumimos nuestra responsabilidad en una situación y cometemos un error, lo más productivo es mirar al futuro y pensar en cómo podemos subsanar el daño. La culpa nunca es la solución porque nos encierra en la trampa del inmovilismo y el sufrimiento.

d) A veces realizarnos preguntas como las siguientes, también ayuda: ¿Tiene solución? Entonces, por qué te preocupas, busquemos la mejor solución…/ ¿No tiene solución? Entonces, por qué te preocupas… no conseguirás nada

e) En otras ocasiones también hay que realizar un proceso de aceptación. La aceptación también implica reconocer la dificultad y que se es capaz de resistir sentimientos dolorosos en el momento. Para ello, tiene que darte declaraciones positivas que resalten la aceptación y la tolerancia hacia ti mismo y hacia la situación. Como por ejemplo: “Sé que fallé, que le hice daño, que no tenía que haber dicho… y a pesar de que me duele, sé que tengo que tirar hacia delante, no quedarme anclado en este sentimiento y debo quedarme con que tengo que aprender de la situación y la próxima vez gestionarlo de otro modo”.