Un viejo maestro quería enseñar a uno de sus discípulos por qué muchas personas viven atadas a un estilo de vida que les impide triunfar y prosperar. Son personas que deciden no eliminar los obstáculos que encuentran en su camino.

Para impartir su lección el maestro llevó a su discípulo a la casa de Pedro y sus 4 hijos.
Pedro y sus hijos vivían en una casa a medio derrumbar, por donde el frío, el agua y la humedad entraban por todos los rincones. Vivían sin nada, en la más intensa miseria, pero sin embargo tenían una vaca que cuidaban y alimentaban con esmero. La vaca la tenían en un establo muy cuidado y por donde no pasaba el frío. Al ver esta situación el maestro preguntó a la familia, ¿cómo es que cuidáis tan bien a esta vaca mientras vosotros vivís en la más autentica pobreza?. Pedro le explicó que esa vaca era la que les proporcionaba la leche que los mantenía, que era su único y más preciado bien.
Maestro y discípulo se quedaron algo parados pero no comentaron nada pasaron toda la tarde con ellos y al anochecer se marcharon de la casa

Cuando la noche ya era entrada, el maestro le dijo al discípulo que tenían que volver, así que discípulo y maestro volvieron a la casa y el Maestro nada más llegar se acercó al establo y fue directamente hacia la vaca, sacó un cuchillo y la mató. El joven discípulo le preguntó al maestro porque había hecho semejante disparate, que recordara que era el único bien que tenían y con lo único que se podían alimentar. El maestro ante el comentario de su discípulo le dijo que ahora era el momento de marchar y que más adelante ya le explicaría.

Pasaron los años y el maestro le dijo al joven discípulo que ya había llegado el momento de recibir una explicación de lo sucedido en aquella casa tan pobre donde Pedro vivía con su familia. Había llegado el momento de consolidar el aprendizaje que seis años atrás habían iniciado.

Así discípulo y maestro se dirigieron de nuevo al mismo lugar. Al llegar a la casa de Pedro se encontraron una gran casa rodeada de grandes prados sembrados con múltiples vegetales, un corral con sus gallinas, conejos y cerdos y a su lado unos grandes rebaños de ovejas y vacas.
Se acercaron a la gran casa y de nuevo vieron a Pedro con sus cuatro hijos grandes, fuertes y sanos.
Al verlo el joven discípulo le preguntó ¿Cómo es posible? ¿Qué ocurrió durante estos años para que todo esto cambiara? Ignorante del hecho de que el discípulo y su maestro habían sido los causantes de la muerte de su vaca, el hombre relató como el mismo día de su partida, algún maleante que pasó aquella noche mató a su vaca, y que durante los primeros meses pasaron mucha hambre y desesperación. Pero les explicó que poco después de aquel trágico día, decidieron limpiar una parte del terreno y sembrar algunos vegetales y legumbres con los que pudiésemos comer. Después de algún tiempo comenzaron a vender algunos de los vegetales que sobraban y con ese dinero compraron más semilla y comenzaron a vender los vegetales en un puesto del mercado. Así pudieron tener dinero suficiente para comprar mejores vestimentas, comprar ganado, comprar los primeros pollos, conejos y cerdos y a su vez poder arreglar su casa.

De esta manera, poco a poco, en estos seis años habían construido una vida nueva!!

El maestro, quien había permanecido en silencio, prestando atención al fascinante relato del hombre, llamó al joven a un lado y en voz baja le preguntó:¿Tú crees que si esta familia aún tuviese su vaca, estaría hoy donde ahora se encuentra? Seguramente no, respondió el joven.¿Si ves? Su vaca, fuera de ser su única posesión, era también la cadena que los mantenía atados a una vida de mediocridad y miseria que tenían.

Muchos de nosotros también tenemos vacas en nuestra vida. Ideas, excusas y justificaciones que nos mantienen atados a la mediocridad, dándonos un falso sentido de bienestar cuando frente a nosotros se encuentra un mundo de oportunidades por descubrir.

Si quieres no vivir atascado con tu vaca, valora que hacer con ella.